martes, 10 de mayo de 2011

LIBRO DE EXITO


Al final de la jornada
Aquel que se salva sabe
Y el que no... ¡no sabe nada!
Dios no es ingrato

A muchos, una grave deficiencia cultural les proporcionó al principio el disgusto de ser rechazados como trabajadores a sueldo, pero fue la iniciación de que, a fin de cuentas, ahora fueran dueños de muchas propiedades, que ni soñaban cuando angustiosamente buscaban trabajo.

Después de un tiempo, y al cabo de los años tuvieron prosperidad y algunos, enormes negocios. A muchos, su grave deficiencia cultural les proporcionó, al principio, el disgusto de ser rechazados como trabajadores a sueldo, pero fue la iniciación de que, a fin de cuentas, ahora fueran dueños de muchas propiedades, que ni soñaban cuando angustiosamente buscaban trabajo.

Otras graves deficiencias han dado fama a muchos hombres que, de no haberlas sufrido jamás hubiesen salido del anonimato. Sabios investigadores pasaron por muchas penurias y desaliento, hasta que con la constancia y el esperanzado esfuerzo, consiguieron un lugar ilustre entre los nombres de los benefactores de la humanidad.

Y es que los grandes cambios, tanto individuales como colectivos, se producen generalmente a raíz de un desengaño, un fracaso o una calamidad. Por esto, todo proyecto abortado, todo fracaso amoroso, toda frustración de cualquier clase es para todos, e indefectiblemente para el cristiano, el comienzo de una nueva oportunidad con más horizonte que la que deseábamos. Y esto sólo ponderando el plano material.

En el espiritual, triunfo o fracaso nos llevan al mismo destino glorioso. Más nos vale, pues, en estos trances, callar y ver qué es lo que Dios dispone, dándole gracias que quita y da, pero al fin nos inunda de su dulce bien. Abre tu boca y yo la llenaré (Salmo 81:10), y: no temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú . (Isaías 43:1). Todo se reduce a una cuestión de fe y confianza. Nada más simple.

Rafael Marañón 1998

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