jueves, 2 de febrero de 2012

EL MIEDO (2)



Creo que era Valle Inclán en su cuento sobre el Prior de Brandeso: “El miedo: Ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el verdadero escalofrío del miedo…” algo impresionante que recuerdo de mis lecturas de juventud. Como también recuerdo “El Trono de Fieltro Gris” sobre la epopeya "gengiskánida" mongola.

Y relacionado con ello, existe una fábula (creo recordar de Edgar Allan Poe) del mítico Preste Juan despojado por Tamerlán, el conquistador mongol, que fue visitado por éste en la cueva donde tenía su único refugio. -¿Qué quieres de mí? Me has quitado mi reino, mi familia, mis riquezas y mis hijos. Sólo tengo ya esta cueva. ¿Qué más quieres de mí?- dijo el tan injustamente oprimido.

El Kan poderoso bajó los ojos y dijo lastimeramente: «¡Quiero tu paz!» Un ejemplo legendario de que el miedo no es erradicable ni aun por los más poderosos. El Khan le pudo arrebatar al Preste Juan todo cuanto tenía, pero no pudo arrebatarle la paz, y continuó toda la vida de conquista en conquista, más que para su propia gloria para olvidarse de su miedo. (Pelliot)

El miedo no se puede eliminar de cualquier modo. Los psiquiatras, espiritualistas, científicos y otros tantos, se esfuerzan en suprimir el miedo de sus pacientes, y no pueden suprimirlo de sus propias personas, ni de sus propios amigos y familiares.

Por supuesto no queremos restar mérito a su trabajo, porque aun sin poder ni ciencia para suprimirlo, sí reducen con sus sugestiones, análisis y medicina, las manifestaciones interiores, y reprimen algo las exteriores. Pero nada de eliminarlo del todo. Buena labor sí, pero incompleta y deficiente.

Real o imaginario, objetivo o fantasmal, el miedo nos acecha a cada paso de nuestra vida. Los supersticiosos son miedosos. Los que acuden a los «santones» que pululan junto con los médiums, cartomancia y devotos fetichistas, por nombrar algunos, son miedosos.

Y aun la persona más normal y equilibrada, según la apreciación del mundo, esconde abundante miedo dentro de sí. De ahí la floreciente amalgama de supersticiones que en todos los tiempos han existido y existen. Todo a causa del miedo.

Y a los que queden de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja que se mueva los perseguirá, y huirán como ante la espada, y caerán sin que nadie los persiga. (Levítico 26:36)  Al fin y al cabo... ¡miedo! El que está lejos de Dios, padecerá invariablemente miedo.

4 comentarios:

  1. Lo único que vence al miedo es la razón.

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  3. Circula un dicho popular por los pueblos “El miedo es libre y cada uno toma lo que quiere” la verdad es que no es así. El miedo, o la falta de paz con su conciencia, escoge a su victima y como al gran Khan, puede acompañarle de por vida aunque este acumule victorias, riquezas y cada vez más poderío.

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