martes, 14 de febrero de 2012

NADA ESCAPA AL PODER Y CONTROL DE DIOS



Dicen los incrédulos y filosofastros: «¡Éste mío, es un punto de vista como cualquier otro!». Bien; si es como cualquier otro es tan verdad como todos, o tan mentira. Por eso, en la práctica, estos «librepensadores», que no son ni pensadores ni libres, se entregan y creen a lo que hay, y a lo que no hay que creer. Dicen que son tolerantes, y este sofisma lo ponen de moda añadiendo que los creyentes son los intolerantes. Claro está, confunden ciencia y fe.


Pero, ¿qué no confunden estos filósofos? Por lo visto ellos solos son la inteligencia y la verdad; al menos eso dicen. Por el contrario, el rabino Eleazar-Ha-Qappar dijo: «Los nacidos están destinados a morir, los muertos a resucitar, y los resucitados a ser juzgados». «¡Dense todos por bien enterados!: Él es Dios, Él es el Creador, El es observador, El es el juez, Él es el testigo y El es el acusador! El habrá de juzgar un día. Loado sea Él, ante el cual no hay injusticia ni soborno, ya que todo le pertenece.»


«Sabe todo y todo lo tiene calculado; y no te tranquilice la idea de que la fosa será tu refugio, puesto que sin contar con tu voluntad fuiste creado, contra tu voluntad vives, contra tu voluntad morirás, y contra tu voluntad tendrás que dar cuenta un día ante el Rey de reyes, el Santo; alabado sea Él».


Hay, pues, un abismo entre nuestro deseo y la realidad, y nos acosan a cada paso situaciones límite e insuperables que escapan totalmente de nuestra capacidad de modificarlas. No admiten alteración por parte nuestra. Devienen solas y. como decía el rabino Eleazar, «todo está determinado, conocido anticipadamente, perfectamente ordenado y consumado».-  Hecho está (Apocalipsis 21:6).


Mi vida y mis circunstancias no me fueron  consultadas, ni se me dio opción alguna a cosa distinta. Entramos en la vida sin saber cómo, y salimos de igual manera. En Dios vivimos y nos movemos y somos (Hechos 17:28). «Yo soy yo y mi circunstancia», decía Ortega y Gasset. Ni uno ni otra son controlables. Ni nos auto creamos, ni nos dirigimos a nosotros mismos, pues somos impelidos por fuerzas insuperables y misteriosas que nos desbordan por todas partes.


No hemos elegido nuestra vida, ni la época en que vivimos, ni nuestra cuna ni nuestros padres, ni nuestro país, etc. Moriremos cuando esté previsto, y nuestras acciones y las consecuencias de ellas ya están determinadas y conocidas de antemano. No hay nada que podamos modificar por nuestros propios medios. Hagamos lo que hagamos, al final resultará que era exactamente lo que estaba predeterminado por el Creador. Él es atemporal.


No elegimos nada. Aun cuando en pequeñas cosas creamos que decidimos, si observamos atentamente comprobaremos que elegimos movidos por un prejuicio, una creencia, una pasión, una costumbre, etc. Y cuando intentamos elegir en asuntos cruciales para nuestra vida, nos encontramos con que es altamente probable que no lo consigamos.


De ahí los estados de ánimo lastrados por la continua frustración, y ni somos felices ni sabemos cómo liberarnos del agobio del entorno en que vivimos, ni de las ansias que se agitan en nuestro interior. Nos encontramos presos en nosotros mismos y sumergidos en el turbulento transcurrir de los eventos que nunca podemos controlar, porque suceden por sí mismos. Y no es fatalidad, ni predestinación, etc.

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